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Como en una pecera vacía viajaba, sintiendo la opresión de cuatro paredes infestas, la luz tenue del metro la envolvía lentanente en un sopor extremo. Cómo una explosión pudo escuchar su propio corazón mirando al horizonte, y entonces, lentamente sintió esa energía, entrando por cada poro de su piel, estremeciendola, haciéndose más fuerte, reptando entre su sudor.

Un grito silencioso en su mente la liberó de ese estado, permitiendola  salir de esas cuatro paredes de cristal y volviendo a ver una sonrisa.  Maravillosa, gentil, pura, acogedora, infundiendo paz. Haciendo que volara en sus fantasias. Imaginando una ola de agua glaciar refrescando su cuerpo y mente.

Y entonces salió del metro y pudo ver la realidad. Un cielo claro la esperaba, un día soleado de agosto la cegaba. Pero no reconocía ese lugar…

Empezó a sentir como se acercaban, un escalofrío recorrió su columna. Las sentía cada vez más cerca, esas alimañas con maletín y traje, las podía ver con su verdadero alma, con sus grandes bocas con dientes sangrientos, amenazantes, sedientos de poder, notando sus pequeños ojos ensangrentados mirando todo a su alrededor. Las veía a ellas, aún más claro, como un nido de serpientes acechantes y, según andaban pasando a su lado, podía ver su figura humana y su alma perversa. Al mismo tiempo, se sentía observada desde una vieja silla, por la inquisitiva mirada de la experiencia que la seguía. Mantén la calma se dijo y siguió caminando por esa calle bajo el sol abrasador, mirando el rastro de sangre de las anteriores víctimas, pensando que si caminaba segura nada la pasaría.

Despierta¡! ¿Qué ocurre? 

Paso a paso notaba la opresión, piedra a piedra sentía más cerca a esas figuras humanas,mientras su cerebro se colapsaba en una avalancha de pensamientos. Despierta!¡ Corre!¡ Es sólo un sueño, una mala pasada de tu subconsciente. Despierta!

Como una espectadora vió pasar las horas, los minutos y, su vida entera. Vió miles de personas diferentes pasando a su lado, percibiendo su olor, pero como en una pasarela sólo pasaban de largo, con sus largas caras. 

Vamos despierta!¡…

Y la paz. El mar en calma, azul intenso. El horizonte y el atardecer la esperaban. La brisa suave envolvía su esbelta figura. La serenidad de un camino recorrido, de una decisión vital tomada. El tiempo paró para tomar aliento. Extendió sus brazos, cerró sus ojos…, no había nada más. Y aquella esbelta figura de mujer que tan deseada fue por tantos, empezó a mezclarse con la arena. 

Espectadora de su vida, espactadora de su sueño, paso a paso camina, derrochando su tiempo. Aún sigue inmersa en esa playa, aún sigue soñando el sueño, porque su vida es esa. Su espejismo.

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